"Educar es tocar la vida de alguien para siempre"

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domingo, 8 de junio de 2008

Tercer Articulo






MAESTROS EN AMÉRICA LATINA
NUEVOS MAESTROS
PARA NUEVOS ESTUDIANTES

Juan Carlos Tedesco
Emilio Tenti Fanfani


II. Formación inicial y perfeccionamiento de los maestros

Nuevos maestros para nuevos estudiantes 1

INTRODUCCIÓN

El texto que sigue tiene por objeto reflexionar sobre algunos factores que contribuyen a modificar el rol tradicional de los docentes de la educación básica en América Latina. Para ello será preciso realizar un análisis de las tendencias generales de cambio y transformación del oficio de enseñar, a la luz de ciertas evidencias relacionadas con cambios en diversas esferas de la vida social y sobre esta base desarrollar algunas líneas de propuestas acerca de las implicaciones que tienen los nuevos desafíos sobre la definición del rol docente.
Si alguien quisiera hacer un listado de lo que se consideran las “características deseables” del “nuevo docente” a partir de una revisión de la literatura contemporánea, seguramente encontraría una serie de elementos muy variados y hasta contradictorios. Por una parte, aparecerían cualidades relacionadas con el conocimiento y los valores que el docente debe poseer y desarrollar en los alumnos, a lo que se agregarían una serie de competencias relacionadas con el modo de facilitar o lograr los aprendizajes deseados: manejo de métodos de enseñanza relacionados con los contenidos; competencias relacionales que lo habiliten para interactuar con alumnos, padres, colegas y miembros de la comunidad; el dominio de técnicas relacionadas con los avances más modernos de las tecnologías de la información y la comunicación; sus propias capacidades de aprendizaje y actualización permanente; sus competencias para la investigación y reflexión acerca de sus prácticas, etc. La lista sería interminable y la comprensión de los diversos sentidos que va adquiriendo el oficio en el tiempo2 presente sería un tanto dificultosa. Es más, si uno llegara a creer que el “nuevo maestro” debería reunir todas estas características señaladas por los expertos y especialistas en diversos documentos, el resultado sería algo así como un tipo ideal tan contradictorio como de imposible realización práctica.
En verdad, el discurso genérico acerca de “los docentes” está plagado de peligros. En efecto, es fácil caer en los lugares comunes cuando se habla de un objeto tan genérico y común como “el profesorado latinoamericano”. Sin embargo, es posible identificar problemas comunes y al mismo tiempo señalar diferencias y especificidades.
Por otro lado, no puede hablarse de los docentes de hoy y del futuro mediato sin reconocer que se trata de un categoría social que tiene una larga historia. El oficio de maestro tal como hoy lo conocemos, es decir, como actividad que se desarrolla en el contexto de los sistemas escolares formales, tiene la misma edad que el Estado capitalista. Y el peso de la historia está presente no solo en las dimensiones materiales del sistema educativo republicano (los edificios, las aulas, los textos escolares, los recursos didácticos, etc.), sino que también está en los agentes, es decir, en las mentalidades de los maestros, sus identidades y sus prácticas.
Es obvio que los maestros de hoy son distintos a los maestros del momento constitutivo del Estado y de los sistemas educativos modernos. Sin embargo, parte de ese pasado fundacional está todavía presente en la conciencia práctica e incluso en la conciencia reflexiva de los docentes de hoy. Por eso, si uno quiere efectivamente captar qué hay de nuevo en el oficio de enseñar, no puede dejar de referirse a los momentos fuertes de su trayectoria en el tiempo.
Solo una visión de largo plazo permite apreciar el sentido de las diversas imágenes con que se piensa el magisterio de hoy, desde la del maestro-sacerdote-apóstol, a la del trabajador-militante, o la del maestro-profesional. A su vez, cada uno de estos tipos ideales de docente responde a un conjunto de determinaciones sociales de orden general. El más importante tiene que ver con el sentido que tiene la educación escolar en el mundo que vivimos. La definición del “maestro ideal” no es independiente del sentido y función que se asignan a los sistemas escolares en las sociedades latinoamericanas contemporáneas en cada
etapa de su desarrollo.
El momento fundacional del oficio de maestro permite analizar la lógica de los ajustes y determinaciones recíprocas entre los hombres y los puestos definidos institucionalmente. Uno hace al otro. El maestro se hace tal al ocupar un cargo en la escuela y al mismo tiempo “hace al cargo”. En el proceso histórico, la coherencia entre ambas dimensiones tendió a desaparecer. Hoy en día existen múltiples configuraciones del oficio de enseñar, pero más allá de las diferencias
es preciso encontrar algunos factores sociales que favorecen la emergencia de diversos principios estructuradores que organizan la construcción social de la docencia como actividad. Al hacerlo estaremos reconociendo cuáles son los principales conflictos y tensiones que están presentes en el campo de la política educativa latinoamericana en este nuevo milenio.


6. Nuevos alumnos: las características, sociales y culturales de los destinatarios de la acción educativa

Los docentes de hoy se encuentran en las aulas con nuevos alumnos. Estos poseen características socioculturales inéditas. Aquí interesa reflexionar sobre dos ejes. El primero tiene que ver con la modificación significativa en el “equilibrio de poder entre las generaciones”. La segunda con la cultura propia de los niños, adolescentes y jóvenes de hoy. Muchos educadores no poseen las competencias actitudinales y cognitivas necesarias para responder a los desafíos propios de la formación de las nuevas generaciones.
Estos desfases están en el origen de algunos problemas de comunicación
que dificultan tanto la producción de un orden democrático en las instituciones como el desarrollo de aprendizajes significativos en los alumnos. Estas nuevas condiciones del trabajo docente pueden producir dosis significativas de frustración y malestar profesional. Las instituciones encargadas de la formación inicial y permanente de docentes no han incorporado en forma sistemática esta temática a sus programas.
Por una serie de razones estructurales que se despliegan en el tiempo largo de la historia, el equilibrio de poder entre las generaciones ha sufrido cambios sustanciales (Elias, N., 1999). En la actualidad, aunque las relaciones intergeneracionales siguen siendo asimétricas y a favor de los “más grandes”, esta asimetría se ha modificado profundamente en beneficio de las nuevas generaciones. Hoy los niños y adolescentes son considerados como sujetos de derecho. No solo tienen deberes y responsabilidades vis à vis de los mayores, sino que se les reconoce capacidades y derechos.
La incorporación prácticamente universal de la Convención Internacional de los derechos del niño (aún falta una firma significativa, la de los EE.UU.) es un indicador del grado de institucionalización alcanzado por estas nuevas relaciones de poder intergeneracional.
Las instituciones educativas tienen que tomar nota de esta realidad y transformar sus dispositivos, en especial aquellos que regulan las relaciones de autoridad entre profesores, directivos y alumnos, las que organizan el orden y la disciplina y aquellas que estructuran los procesos de toma de decisión.
Habrá que reconocer que los adolescentes y jóvenes tienen derechos específicos (a la identidad, a expresar sus opiniones, a acceder a la información, a participar en la definición y aplicación de las reglas que organizan la convivencia, a participar en la toma de decisiones, etc.) y habrá que diseñar los mecanismos institucionales que garanticen su ejercicio (reglamentos, participación en cuerpos colegiados, recursos financieros, de tiempo y lugar, competencias, etc.) (Tenti Fanfani, 2001).
El reconocimiento de derechos a los adolescentes, aunado a la erosión de las instituciones escolares (producto de la masificación con subfinanciamiento y a la pérdida de monopolio en el campo de las agencias de imposición de significados) están en el origen de la crisis en la autoridad pedagógica como un efecto de institución. En las condiciones actuales, los agentes pedagógicos (maestros, directivos, expertos, etc.) no tienen garantizada la escucha, el respeto y el reconocimiento de los jóvenes. Pero la autoridad pedagógica, entendida como reconocimiento y legitimidad sigue siendo una condición estructural necesaria de la eficacia de toda acción pedagógica. El problema es que hoy el maestro tiene que construir su propia legitimidad entre los jóvenes y adolescentes.
Para ello debe recurrir a otras técnicas y dispositivos de seducción. Trabajar con adolescentes requiere una nueva profesionalidad que es preciso definir y construir. Por otra parte, los niños y adolescentes de hoy no solo son portadores de una nueva cultura hecha de nuevos saberes y valores (en cierta medida siempre fue así), sino que son portadores de una nueva relación con la cultura. Algunos autores (Simone R., 2001) llegan incluso a formular la hipótesis de que los cambios en los medios de producción y difusión de la cultura introducen modificaciones en los contenidos y modos de pensamiento. La predisposición de las nuevas generaciones por el uso de la “visión no alfabética” (a través de la imagen) como vía de acceso y disfrute de productos culturales puede constituirse en un obstáculo para acceder y usar la tradicional visión alfabética propia de la cultura escolar y docente. Sucede que el tipo de sentido que se moviliza determina un tipo de cultura. La visión no alfabética se asocia con el desarrollo de un lenguaje “no proposicional” distinto del lenguaje proposicional que es típico de la cultura escolar, basada en la escritura y la lectura de textos. Los jóvenes, en tanto, consumidores intensivos de imágenes, tienden al lenguaje no proposicional, que es genérico, vago, “no da nombres a las cosas, sino que alude, usando ‘palabras generales’, dentro de las cuales se puede incluir lo que se quiera” (Op. cit. pág. 148), y rechaza la estructura, la distinción entre elementos, el análisis, la contextualización, la referencialidad, las taxonomías, etc. Si es cierto que la cultura de nuestro tiempo tiende a privilegiar la visión no alfabética y a debilitar el peso de la visión alfabética como medio de acercamiento al conocimiento, este es un dato que hace más difícil la tarea de la escuela y el maestro, en la medida en que para lograr sus objetivos tienen que producir una especie de “conversión” cultural en los educandos, cuyas condiciones de éxito necesitan ser explicitadas.
En síntesis, puede decirse que siempre existió un conflicto o una distancia entre la cultura de la sociedad (en especial la cultura que se usa en la vida cotidiana), la cultura de los jóvenes y la cultura de la escuela encarnada en los docentes. Pero en la etapa donde predominaba la visión alfabética podría suponerse que existían dos factores que facilitaban la tarea de la escuela:
– ella y su cultura gozaban de una alta legitimidad social en la medida en que tenía una especie de monopolio sobre los procesos de distribución del conocimiento evolucionado;
– existía una alta demanda de conocimiento basado en la lectoescritura y proposicional. Incluso muchos niños llegaban a la escuela sabiendo leer y escribir o al menos dotados de cierto aprestamiento que facilitaba su alfabetización.
Las condiciones en que hoy se desenvuelve la relación sociedad escuela son distintas. Las nuevas generaciones tienen otras oportunidades de aprendizaje antes y durante la etapa de la escolarización. Su experiencia escolar tiene un significado que deviene de la relación que mantienen con otras ofertas culturales. El conflicto cultural entre las nuevas generaciones y sus docentes no es solo y sobre todo una cuestión de valores, sino que remite a la difícil cuestión de la coexistencia de dos modos de apropiación y uso de la cultura, uno tradicional y proposicional, que reina en las cosas de la escuela y otro que tiende a lo no proposicional y que los jóvenes “experimentan” y viven en su vida cotidiana y que se ejercita y aprende al mismo tiempo en la relación con los medios masivos de comunicación (sobre todo la televisión) y el resto de la oferta de bienes culturales (internet, video, videojuegos, música, etc.).
En las condiciones actuales se vuelve cada vez más problemática la vieja cuestión de la relación entre “experiencias” y “vivencias” de la vida cotidiana y su expresión en términos de determinadas tradiciones culturales que todavía reinan en el mundo de la escuela y la educación formal. El trabajo docente en estas condiciones implica un desafío particular que pone a prueba todo el sistema de competencias implicado en la definición clásica del maestro.
La escolarización masiva y obligatoria de adolescentes y jóvenes parece constituir una “tendencia pesada” del desarrollo de nuestras sociedades y en este contexto tanto la modificación del equilibrio de poder entre las generaciones como la emergencia de nuevos modos de producción y apropiación de cultura impactan directamente sobre la profesionalidad de los docentes. En ambos casos estos necesitan desarrollar un conjunto de competencias específicas que los vuelvan aptos para el diálogo con estos nuevos alumnos con el fin de garantizar las condiciones sociales (convivencia) y pedagógicas (comunicación e interacción) que hagan posible el desarrollo de aprendizajes significativos. Los docentes deberán ser cada vez más “expertos en cultura de las nuevas generaciones”, en la medida que la transmisión de la cultura escolar (el currículo) deberá tener en cuenta no solo las etapas biopsicológicas del desarrollo infantil, sino también las diversas culturas y relaciones con la cultura que caracteriza a los destinatarios de la acción pedagógica. Esta exigencia es aún más pertinente en un mundo donde el multiculturalismo tiende a convertirse en una situación cada vez más frecuente e incluso cada vez más valorada. El nuevo docente deberá ser capaz de comprender, apreciar y “hacer dialogar” las culturas incorporadas por los alumnos de las instituciones escolares.

Citas:

1 Material de apoyo para la Conferencia “Los Maestros en América Latina: Nuevas desarrollo y Desempeño”. San José, Costa Rica, 28-30 de junio de 1999.

2 Trabajo presentado a la Conferencia Regional “El Desempeño de los Maestros en América
Latina y el Caribe: Nuevas Prioridades”, Brasilia, Brasil, 10-12 de julio de 2002, UNESCO
- Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura MEC - Ministerio de Educación y Cultura - BID - Banco Interamericano de Desarrollo.

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